Tuesday 17 January 2012

Equilibrio

Y fue entonces, en ese preciso momento, en esa ínfima porción de tiempo en la que nada ni nadie podría haber quebrantado ni lo más mínimo su paz interior, cuando, con un certero golpe de vista, acertó a descubrir una pequeña araña en una esquina de la habitación.

Transportado por el remanso de tranquilidad que lo inundaba, estableció consigo mismo un diálogo que, imaginaba, llegaría hasta el arácnido por mera ciencia infusa:

- Oh, hermana araña, si bien es cierto que otrora la simple concepción de tu existencia entre estas cuatro paredes habría sido suficiente como para acudir presto y veloz a alcanzar la chancla más cercana, tal es la quietud que en estos momentos fluye por mi ser que he decidido dejarte ir, allá donde tus múltiples patas antojen llevarte, para proseguir con tu fútil vida.

Sin dejar de sonreír, se metió en la cama, apretó el interruptor de la luz y, tras unos segundos dibujando formas imposibles en el techo, se dejó caer en los confortables brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente despertó entre picores insoportables para descubrirse no menos de 6 picotazos repartidos arbitrariamente entre brazos y piernas.

- Disfruta de tu remanso de tranquilidad ahora, gilipollas. - espetó una vocecilla en alguna parte de la habitación.


(Basado en hechos no-reales)

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